O Federalismo Ibérico

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A fria verdade Ibérica é a seguinte:

Seja na Espanha onde estão legalmente constituídas e funcionam mais de 300 associações de Radioamadorismo, registadas e reconhecidas pela Dirección General de Telecomunicaciones (DGTE), ou seja em Portugal onde existem cerca de 38 associações portuguesas em iguais circunstancias, legalmente constituídas, registadas e reconhecidas pela Autoridade Nacional de Comunicações (ANACOM), ocorre que entre todas essas associações, clubes, ligas, estão também a URE e a REP inseridas nos mesmos registos, submetidas às mesmas leis, onde não consta nem é reconhecida a IARU, nem como organismo confederativo dentro da União Europeia.

Portugal – 38 Associações:
5.450 amadores de rádio (mais de 85% não estão filiados na IARU);

Espanha – 300 Associações:
33.673 amadores de rádio (mais de 65% não estão filados na IARU;

Num esforço comum, verdadeiramente concertado, de reparação cívica e estrutural, os Ibéricos, sejam eles portugueses ou espanhóis, lutam pela elevação cultural, tentando promover e sustentar iguais deveres e direitos cívicos.

Portugal e Espanha historicamente renasceram quase que simultaneamente de prolongadas ditaduras fascistas, que de algum modo, deixaram marcas que ainda hoje, passados mais de 30 anos, não se conseguiram ultrapassar.

As questões estruturantes são pois, um desígnio Ibérico e da própria União Europeia, a que urge responder e dar corpo por uma sociedade moderna, desmitificando e desmontado as presentes dualidades, a injustiça e falta de subsidiariedade cívica, seja social e cultural.

Recebemos dos nossos colegas espanhóis, um artigo de opinião, um relato factual, que nos suscita legítima preocupação, porquanto somos despertos para outras realidades que desconhecíamos (em tudo iguais à situação portuguesa), que teremos de subscrever e que aqui reproduzimos (em castelhano), nos seus aspectos mais relevantes, assunto que nos merece a maior e melhor atenção, a saber:

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Queridos amigos portugueses de AMRAD,
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(…) … el motivo principal que nos lleva a escribir la presente epístola es aclarar si realmente URE es una federación, o se le parece como un huevo a una castaña.

Las federaciones no dejan de ser un tipo especial de asociación constituida, a su vez, por otras asociaciones (personas jurídicas).

Tanto unas como otras vienen reguladas actualmente en España por la Ley Orgánica 1/2002, que engloba a las primeras dentro de la categoría “federaciones, confederaciones y uniones de asociaciones”, y que también define las funciones de los distintos Registros de Asociaciones, en cuyos libros deben inscribirse los asientos que reflejen cuales asociaciones forman parte de cada federación.

Sin ir más lejos, la propia Federación Digital EA puede ser un buen ejemplo de lo expuesto, ya que está formada por otras asociaciones, que internamente llamamos miembros, a las cuales pertenecen los socios.
La incorporación de cada nuevo miembro se inscribe en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior, tras haber superado una Asamblea Extraordinaria en el seno de la propia asociación aspirante y otra de la Federación, debiendo aprobar ambas su incorporación.

Una característica de FEDI-EA es que cada asociación tiene UN voto, sea grande o pequeña, pero se podrían haber escogido otras fórmulas: votos proporcionales al número de socios, o a la contribución económica de cada asociación, como hace la IARU, por ejemplo.

Pero el caso de la Unión de Radioaficionados Españoles es completamente distinto, y no sólo porque también tiene socios personas físicas (fundadores y numerarios), que no son objeto de esta misiva, sino por como tiene previsto el trato a sus socios colectivos: “entidades con personalidad jurídica propia y fines similares”, es decir, otras asociaciones de radioaficionados.

De entrada, llama la atención que, según los estatutos de URE, a esas asociaciones sólo se les dé voz pero NO VOTO, para seguir con que, además de la solicitud de ingreso, deben suscribir un “convenio de colaboración”, mediante el cual deben aceptar que la URE asuma “la representación de sus intereses en todas las cuestiones relacionadas con la radioafición ante las instituciones de la Administración del Estado Español”, sin que se refleje por escrito el más mínimo compromiso por parte de URE, ni tan siquiera a escucharles.

En ese “convenio de colaboración” se concreta el alcance de los servicios prestados por URE, dejando claro que son exclusivamente para la asociación y en ningún caso para los socios de esta; la asociación también se debe comprometer a no entrar en competencia con las Secciones de URE de su territorio y a aceptar el precio que determine unilateralmente la Junta Directiva de URE (JDURE) por dichos servicios.

Y os preguntareis: ¿porqué una asociación soberana acepta renunciar a todo eso? Pues la única respuesta que se nos ocurre es: por las puñeteras QSLs, monopolio al que siguen agarrándose con uñas y dientes.
Aunque una asociación no esté interesada en la revista, ni en el seguro de antenas, ni en la representación ante el Estado, ni mucho menos en el material publicitario disponible, ¡si quiere QSLs, tiene que tragar!

Pero no os creáis que las Secciones devenidas asociaciones con “personalidad jurídica propia” lo tienen algo mejor, no.
En realidad no tienen ningún tipo de independencia, empezando con que los propios estatutos deben ser autorizados por la JDURE y siguiendo con que en caso de duda prevalece la normativa de URE Central. Y así un largo etcétera.

El único motivo que les puede impulsar a crear una asociación con “personalidad jurídica propia” (¿virtual?) es el de disponer de CIF y de esta manera intentar “chupar” alguna subvención de alguna Administración pública incauta, a la que, según convenga visiten con la gorra de URE o la de la asociación local.

Pero, ¿la culpa la tiene URE o los “socios colectivos” por dejarse engatusar? Buena pregunta, pero no es de eso de lo que veníamos a platicar hoy, sino de si URE es un “modelo federativo”, o sea: una federación.

Como reconocía el propio Gonzalo en una Editorial de 1991: “Queda mucho por andar hasta llegar a un sistema federacional e incluso confederacional que sería, en sus planteamientos representativos, diametralmente diferente”.

Por lo tanto, además de este reconocimiento explícito de su máximo responsable de la época, podemos enumerar, a modo de resumen, la siguiente lista de requisitos que URE no cumple, respecto a sus “socios colectivos”, para ser considerada una federación:

– no les da opción a voto
– no median Asambleas que lo aprueben
– no hay inscripción en el Registro de Asociaciones.

Ergo, NO es una federación.
Aclarado este punto, quizás debiéramos ahondar en el resto de la frase, por si hubiera alguna duda sobre la capacidad, real o teórica, de “integrar TODOS los restantes grupos, clubes y asociaciones de radioaficionados de España” que le atribuís, amigos portugueses, a la “antigua asociación” de vuestro homenajeado.

Aunque, con las condiciones mencionadas con anterioridad, podría parecer difícil despertar interés por ser “socio colectivo”, de haberlos haylos. Pero no son TODOS, ni mucho menos.

Hasta donde sabemos, España cuenta con más de 300 asociaciones de radioaficionados, entre reconocidas y registradas por la DGTel, aunque puede que alguna más esté en trámite.

Descontando las propias Secciones, reconvertidas a “entidades con personalidad jurídica propia”, calculamos que deben haber, a lo sumo, una veintena de asociaciones dentro de la categoría de “socios colectivos”. Lo cual supone menos del 10% del total. Una menudencia muy lejos de ese pretendido TODOS.

A la vista de las cifras, mucha labor quedaría aún por delante a los siguientes responsables de la asociación, si quisieran aprovechar las bases que instaurara el “Ratón Furioso” en su momento. Aunque mejor harían cambiando de política, y de eslogan: “la vaquiña por lo que vale”.

A tenor de la conversión de “antigua” a “moderna” que le imputais, amigos portugueses, también se tercia una profunda reflexión: ¿Se ha completado el recorrido o sólo está a mitad de camino?

Porque en los 60 años de vida de URE, la mitad transcurridos durante la dictadura franquista y sólo la otra mitad en democracia, no se puede afirmar que sean muchos los “amigos colectivos” que se han ganado de entre esas más de 300 asociaciones de radioaficionados españolas. Si bien hay que reconocerles una evolución positiva, puede no ser suficiente, en parte debido al afán por neutralizar, absorver o imponer, heredados con esa especie de “ley del embudo” que hemos diseccionado con anterioridad.

La radioafición de nuestro país se resiente de esta falta de participación abierta y democrática, siendo un factor más que incide en las estadísticas que, año tras año, ponen en evidencia su declive. (…)

Publicado em História da Rádio